Antígona en el entre-dos-muertes
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Antígona en el entre-dos-muertes

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Reseña de la clase impartida por Jorge Alemán

Ynma Nieto


Reseña de la presentación de JORGE ALEMÁN del capítulo XXI del Seminario 7 de Jacques Lacan: La Ética del Psicoanálisis, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 16 de febrero de 2013.

Antígona es a los filósofos lo que Edipo al psicoanálisis.
Ha tenido muchas lecturas a lo largo de la historia del pensamiento (Schelling, Heidegger, Hegel) habría que ver si Lacan añade algo.
    
Relación entre tragedia y pensamiento
¿Se trata de inscribir la tragedia en una enseñanza? O hay algo de la tragedia que se resiste a ser agotado, que permanece impensado por la filosofía y, por lo mismo, retorna. Hay una tensión entre tragedia y pensamiento.

Las dos construcciones más importantes son la de Heiddegger y la de Hegel y en las dos abrevó Lacan.

Para Heiddegger  una vida no encuentra su autenticidad hasta que no anticipa su propia muerte. Lacan pensó durante tiempo el fin de análisis como la asunción del ser para la muerte. Por eso interesa Antígona como quién anticipa su propia muerte y realiza finalmente su acto auténtico, es un momento de separación.
El ser para la muerte es un vacío (la figura de la vasija construida por el alfarero alrededor de un vacío)., Lacan en este seminario se demora en Antígona y vemos el eco de Heiddegger.

En cuanto a la Antígona Hegeliana,  nos interesa por el peculiar estilo con el que Hegel incluye la diferencia sexual en la travesía del espiritu.
Para Hegel, en Antígona, dos leyes entran en oposición: ley divina ( que se corresponde con lo inmediato, lo familiar, lo subterráneo, lo natural, lo opaco) y ley humana ( que implica al Estado, la comunidad política, los bienes de la ciudad, las mediaciones, el para sí, la racionalidad). El sueño de Hegel es que haya una autoconciencia que las logre reunir, un nuevo lugar que las reconcilie. Aunque a la vez ve algo insuperable en el conflicto que presenta la tragedia.
Los personajes de la tragedia no pueden visualizar lo que Hegel sí visualiza: que entre las leyes del estado y las leyes de la familia tiene que haber algún tipo de nexo.
Lo más inquietante de esta oposición hegeliana aparece cuando observamos que ambas leyes se van confundiendo con la diferencia sexual: la ley humana desemboca en el varón y la ley divina en la mujer.
La vía que podría poner a la familia en la misma vía que el estado, en lo universal, es en la sepultura de los muertos.
Para Hegel la relación marido- mujer  y padres- hijos están coloreados de inconsciente e inmediatez, no  están en la eticidad (por eso el hombre va a la guerra para volver a la eticidad del estado)

Una instancia ética de la mujer, para Hegel, es la hermana. La relación entre hermanos, libre de apetencias, pura, hace  de Antígona la posibilidad de fundar una eticidad, su propia ley (delirio hegeliano)

Lacan tiene una relación ambivalente con Antígona, atracción y reserva a la vez por este héroe trágico.
Para Lacan lo que define al héroe es  aquel que está impunemente traicionado, está solo, es una pieza suelta y para alcanzar el verdadero estatuto de héroe tiene que reducirse a su individualidad absoluta, está fuera de la culpa y de la deuda porque no intercambia con el otro nada y puede jugar su carta sin temor ni compasión. Su verdadera soledad radical es un cilindro anamórfico, un lugar entre las dos muertes donde el héroe por sus rasgos.
La amartía es el error de juicio, es Creonte el que está en la amartia (queriendo hacer lo correcto se termina haciendo lo terrible, confunde los límites de la ciudad con los límites del bien, y de este modo no cumple ni con los deberes familiares porque Polínices es su sobrino) mientras que Antígona está en la até (acción reflexiva fatal, que Lacan conjuga en términos de transgresión), esta Antigona introduce lo que podríamos anticipar como el significante que falta en el Otro. Todo acto transformador siempre se sostiene de una ley no escrita. La justicia no es el derecho, no son lo mismo, la justicia no está en la cadena significante del derecho, hay cosas de la justicia que está siempre por venir a modo de promesa, mesíanico. Es identificandose a una ley no escrita que Antígona se hace portadora de una transgresión.

Lacan dice que Antigona  es la sincronía y Creonte la diacronia. Está sola… porque encarna el momento de la desaparición del sujeto, ese momento en el que no hay nada que la remita a nada, separada de toda la cadena significante, pero no es crudo, está en la pureza de su propio ser de sujeto.
En introducción al narcisismo Freud dice que la verdadera mujer no ama sino que se deja amar por los otros, como Antígona, un sujeto puro de la división, vaciado de todo, porque no  hay eros, a Lacan le interesa el caracter irreductible de esta mujer, su deseo puro. Es hija de un deseo criminal (es hija de Yocasta y Edipo) . Y es bella porque refleja la pulsión de muerte, porque coincide con la sincronía en la que el sujeto es capturado por el significante, esta fuera del goce fálico y lo único que le da consistencia es esa relación tautológica de “ mi hermano es lo que es ”,  es el modo que tendría de decirse la pulsión si hablara. La pulsión es tautológica, es lo contrario de la metonimia. Este estar entre dos muertes es por un lado la división en su pureza radical y la relación a un uno, que es el hermano, que es tautológica porque encarna un deseo puro, donde la diferencia entre el goce y el deseo no está establecida y es un deseo donde Antígona no retrocede.

Podemos pensar que Lacan nos lleva a pensar el fin de análisis como un deseo frente al que no se retrocede, y encuentra en Antígona un ejemplo de este deseo.
Lacan añade algo distinto al heroe trágico, ya no es solo la soledad, la justicia, sino que hay algo, la até, donde el sujeto es idéntico a la pulsión de muerte, hacer brillar en su propio cuerpo lo irrepresentable de la pulsión de muerte y para eso era necesario ser hija de un deseo criminal y tener con el hermano una relación de muertos.
¿Quién tiene razón? Antígona, porque si no se entierra a los muertos ya no hay diferencia entre vivos y muertos, Antígona está haciendo una ley más universal que la de la ciudad que defiende Creonte.
El acto de Antígona ¿es sacrificial? Es irreductible. Antígona identificándose a una ley no escrita, sabe algo que el lenguaje de la razón práctica kantiana de Creonte no puede admitir.
Lacan está atraido por el deseo decidido de ella. Sabemos que hay deseo puro y en el deseo puro hay algo mortífero, pero también hay deseo decidido, hay las dos vertientes.


    
                                                             

 



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