La carretera principal y el significante “ser padre”. “Tú eres”. El falo y el meteoro.
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La carretera principal y el significante “ser padre”. “Tú eres”. El falo y el meteoro.

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Reseña de la clase impartida por Guy Briole


Isabel Junco


Reseña de la presentación de Guy Briole sobre los capítulos del 23 al 25 del Seminario de Jacques Lacan: “Las Psicosis” en el Seminario del Campo Freudiano de Granada, 23 abril 2017.


Briole dirá que este es un Seminario bisagra  entre los dos primeros y lo que Lacan va a desarrollar incluso hasta final de su enseñanza. En el capítulo 25 El falo y el meteoro, Lacan está ya trabajando lo que se va a ver el año que viene, el escrito “De una cuestión preliminar en el tratamiento de las psicosis”, donde define una estructura a partir de los tres registros real, simbólico e imaginario y la posición del Nombre del Padre. En este capitulo, añadirá algunos comentarios para relacionar la enseñanza de Lacan en esa época, con las concepciones actuales de la psicosis, la forclusión  generalizada, con la última enseñanza de Lacan. Terminará por la cuestión de qué es ser padre, por trabajos que  hizo cuando era analista de Escuela, para  decir algo más de la cuestión de qué es ser padre.
    
    El primer esquema que propone Lacan es el esquema L, Sujeto y el gran Otro, se completa con el eje imaginario a-a´, el estadio del espejo. Pero también hay algo que va del Otro hacia el pequeño otro. Destaca la importancia de escribirlo así, y también dirá que  hay una vía de regreso que viene del Otro hasta el Sujeto. A esa vía de regreso, que es el vector simbólico, le llama el Inconsciente. Vemos que esta vía de regreso, está topando contra el eje imaginario. Lo que Lacan llama en otros momentos de su enseñanza, el muro de la palabra.

    Lacan, en relación al esquema L, dice que el síntoma surge en este punto de entrecruzamiento de los dos ejes, imaginario y simbólico. Anuncia este esquema diciendo que aquí encontraremos la estructura del delirio. Una estructura es una construcción que tiene su lógica propia, es decir que un delirio, la metáfora delirante, es ya una interpretación, una elaboración del sujeto psicótico, tiene su lógica y no hay que tocar esta lógica, no hay que intentar desmontar esta lógica del delirio, pero también Lacan sitúa la cuestión al nivel transferencial. El delirio, se desarrolla en relación con un otro, con los otros, o con un gran Otro, persecutorio, malvado, malo. De entrada vemos que Lacan nos sitúa la cuestión con relación a la relación de objeto, con la inmadurez, por ejemplo con la inmadurez genital, que Lacan atacará de modo muy fuerte en La Dirección de la Cura. Dirá que no hay en realidad, una unicidad de pensamiento en relación con el objeto.
 
    Lacan planteará la posición de Freud en el caso Shcreber. Para Freud, el delirio estará ligado a una defensa homosexual, a una homosexualidad inconsciente, y la defensa de Schreber culminará con la relación erotómana con Dios. Para llegar a esta cuestión de la tendencia homosexual, Freud pasa por las diversas denegaciones de la tendencia homosexual. Parte de una frase que simboliza la situación: yo lo amo a él, un hombre. Las declinaciones de esta frase, que son también denegaciones de la tendencia homosexual, son tres: no soy yo quien lo ama, no es él a quien amo, no se trata para mi de amor, yo lo odio. Son inversiones imaginarias, el mecanismo central es la cuestión de la proyección, en el pasaje lo odio, a es él quien me odia. En Shreber, como en toda erotomanía, no soy yo quien lo amo, es el otro quien me ama, En Schreber en el lugar del Otro, hay Dios. Esto nos lleva a la relación con Flechig, el profesor con el que se desarrolló la erotomanía y el odio. Finalmente Dios salva a Flechig. Dios se va a sustituir al profesor. En esta serie de denegaciones hay algo que está girando alrededor de la defensa. ¿De qué se defiende el sujeto psicótico Schreber?, de una especie de realización del mundo, que después de su desencadenamiento está a trozos, piezas sueltas por todos lados, y el tiene que hacer una reconstrucción, incluso si es una reconstrucción delirante. Poder reconstruirse un mundo en el cual reconocerse, existir. Ante la cuestión de la muerte del sujeto, de no existir, mejor estar en el centro de un proceso persecutorio, que no contar para nadie, no poder anudarse a nada, estar en el vacío. ¿Hasta donde va esta construcción?, no hay límite, se agranda el yo  hasta el narcisismo, hasta que uno se puede tomar por el presidente de la república o el partenaire de Dios. La dimensión megalómana, la dimensión narcisismo, está aquí particularmente en juego. Freud, pone aquí la defensa, planteando que cuando el narcisismo está tan desarrollado, tan estallado, el sujeto esta muy expuesto y toca la defensa homosexual, eso llega hasta un punto que a Schreber, lo llevará a aceptar ser el partenaire de Dios, pero lo que quiere salvar es la marca de la virilidad, el rechazo de la emasculación.

    Según Briole, Lacan insiste mucho en separar la cuestión de la castración, los malentendidos que pueden existir en el neurótico con la cuestión de la castración, de la cuestión del rechazo de la emasculación.  Shreber piensa que Dios lo que realmente quiere es quitarle el órgano. El punto que subraya Lacan, es que Freud puso en el centro de su enseñanza el objeto fálico, no pudo renunciar a esto. Según Lacan para Ida Macalpine, nunca se trata de castración en Schreber, sino de emasculación.  La castración es la castración de todos, hombres y mujeres, de aceptar la falla en el lenguaje. Ida Macalpine dice que el delirio de Schreber, no tiene nada que ver con la madurez genital y el hecho de ser amenazado. Lo que Schreber se nota en el cuerpo son manifestaciones hipocondríacas, algo que se está transformando en su cuerpo, que testimonia de la transformación en mujer, eso se verá particularmente en “De una cuestión preliminar”. Para la analista, la transformación en mujer es diferente, radicalmente, de la castración, sería eso, más el empuje a la mujer, algo del cuerpo que se transforma. Schreber se deja hacer para ser el receptáculo de estos seres que van a nacer, pero cuando piensa, en su delirio, que le piden el órgano, se opone, es el rechazo de la emasculación, el punto límite mas allá del que  Schreber no se presta a lo que le pide Dios.  Lacan se interroga por saber porqué Schreber se ofrece a ser partenaire de Dios, dirá que porque en Schreber, la función del padre es tan exaltada, que lo que se necesita es Dios.

    Ida Macalpine también se separa de Freud, como subraya Lacan, en el hecho de que no se trata del objeto fálico, sino que Schreber, como los psicóticos, están captados en el muro de la palabra, anticipando a Lacan, que le reconoce la invención de la psicoanalista. Todo eso es una cuestión de palabra, de sentido, que no encuentra su punto de capitonado, es cuando la palabra habla por ella sola, cuando no hay el simbólico, la metáfora del Nombre del Padre. A veces, hay otros puntos de capitonado incompletos, pero que pueden sostener algo de la estructura, como en la psicosis ordinaria, en la que puede haber  puntos de capitonado que son un poco mas flojos. De vez en cuando, puede haber uno que falla, y el sujeto va a hacer un síntoma particular, no va a hacer un desencadenamiento total.

    Cuando decimos con Lacan que la psicosis es una cuestión que se desarrolla en el mundo de la palabra, una enseñanza fundamental que podemos deducir  es que no tenemos que interpretar el delirio, añadir sentido a lo que ya tiene sentido. Se tratara de hacer más semblante de dejarse engañar por este sujeto. Si el gran A no funciona, si el simbólico no está inscrito, el sujeto está totalmente invadido por el imaginario. Una manera de intentar hacer una marcha atrás, sería hacer consistir un gran Otro, que sea incluso un perseguidor, un Otro malo que existe y que restablece un cierto equilibrio, es un uso que se puede hacer del esquema L.  

    Al final de este primer capítulo El falo y del meteoro, Lacan dice que siempre hay en Freud la cuestión del falo (2º Esquema). El niño, la madre y el padre, es la triangulación edípica freudiana. Según  Lacan, si en Freud hubo siempre la cuestión del falo, es que debe existir en algún lugar. En Lacan pasamos del trípode al cuadrípode, que es lo opuesto del padre, es decir, que finalmente vamos a ver que la cuestión del falo se pone en el lugar opuesto a donde está el padre. Hay la cuestión del falo que va a pasar entre la madre y el niño, también el padre que va a oponerse, es el punteado, va a decir que este falo vamos a ver donde se localiza. Lacan subraya que es un meteoro, Lacan antes de llegar a este punto va a explicar toda la cuestión alrededor del anillo, diciendo que el anillo es el símbolo del órgano sexual femenino, finalmente, con el anillo vamos de la vagina hasta el ano, al valor significante del anillo, es decir que un anillo anuda algo. Un anillo tiene un valor significante, anuda algo, ese es el punto fundamental.  
    ¿Qué es el meteoro?, algo que pasa, se aplica a las personas, pasó sin que nos hayamos podido enterar, ilusorio, no sabemos si realmente pasó, y retoma la cuestión del arco iris. Lo importante para Lacan, es que es un cinturón esférico, porque al final de este seminario, Lacan ya está con los anudamientos, con los círculos, los anillos de Bleuler, nos quiere llevar hasta la cuestión del Falo.

    Lacan  dice que una madre quiere proveerse de un falo imaginario y que finalmente encuentra en el niño, este soporte del falo, y el niño lo atribuye a la madre, es la díada cerrada madre e hijo, y  que cada uno encuentra su solución en relación con el falo en esta díada cerrada. Sería más un pegamiento de madre e hijo, el falo no ejerce su función mediadora, por lo que hay que introducir algo, para separar eso, eso es el padre. Pero el falo esta del lado niño-madre. Lo que se supone, por lo menos es que el padre es el portador. Son todos equivalencias del órgano viril, y sobre todo del falo, el padre es, sobre todo, el que se interesa por la madre y separa la madre del hijo, lo que hace que la madre no sea solo madre, sino que es también una mujer. Hay una nostalgia en el hijo que lo quisiera del lado de la madre, es también el desmentido del perverso, de la castración materna. Finalmente nadie es el propietario del falo, tampoco el padre que es el supuesto portador. En la dialéctica freudiana, subraya Lacan, el padre tiene el suyo, no lo cambia ni lo da a nadie. Para Freud no hay ninguna circulación, en cuanto padre tiene el suyo. Entonces para Freud eso debe existir en una dialéctica, que el falo sea otra cosa que un meteoro, algo que se va. El falo no es el órgano viril, es una representación de una función paterna, que ella misma tiene que ver con la función de lo simbólico. Y finalmente, el anillo permite que se pueda mantener todo eso unido.

    Para Lacan “La introducción del significante del padre introduce de entrada una ordenación en el linaje, la serie de las generaciones”. La función del padre introduce este orden, y es lo que hace un problema mayor en las psicosis, la dificultad de un sujeto de inscribirse en las generaciones, en un linaje, es por eso también que se desencadenan las psicosis, en los momentos de embarazo de una mujer, momentos de ser cuestionado en lo que sería ser padre, o hacer ver el lugar en el que sería una equivalencia de ser padre, para un niño. En Schreber, sostener un lugar en las funciones más altas del estado y tener personas mayores por debajo de él, le sobrepasaba, “hay una perturbación del orden  de las generaciones”...”se trata del abordaje por el sujeto del significante en cuanto tal y de la imposibilidad de ese abordaje” . Es lo que Lacan va a desarrollar después como “el encuentro con un padre”, del que el significante no está inscrito. Para traducir Verwerfung, Lacan no ha encontrado mejor palabra que hablar de forclusión, que no ha llegado, no borrado, sino como algo que no ha existido nunca. Cuando uno se encuentra  precisamente con ese significante que está forcluído, no incluido en su propia lengua, es aquí el cataclismo, al estar tomado totalmente en el eje a-a´. Lacan dice que el psicótico tiene algo de trastocado, en relación al significante. Briole añadira que eso es una particularidad central de las psicosis ordinarias. que hay algo que no está desencadenado,  pero está trastocado, algo que no podemos totalmente compartir. Hay algo de una pequeña originalidad trastocada.

    Briole hace puente con el capítulo 23, La carretera principal y el significante “ser padre”. Va a partir de esta observación de Lacan de la gran carretera. Cuando no se tiene esta noción orientativa de la gran carretera, finalmente uno se pierde, porque si la gran carretera, que es el Nombre del Padre, no existe, nos perdemos. Es saber también quien soy, donde voy. El neurótico también se lo plantea, pero no está perdido. El significante “ser padre” es el que hace la gran carretera en las relaciones sexuales con una mujer, pero eso no existe en Schreber, en el hay un embrollo que lo lleva a pensar en él mismo, como mujer, es el empuje a la mujer. Pero no es suficiente que la gran carretera exista, debe tener algunas marcas, algunos carteles para orientarnos, cuando hay estos carteles, cuando hay esta regulación de lo que anuda la gran carretera con los caminos, está todo ordenado, sino, dice Lacan, hay algo de la palabra que se pone a funcionar solo, los murmullos, los murmullos los paranoicos los interpretan siempre en contra de ellos.

    Pasan muchas cosas sobre la carretera principal, es todo lo que hace la historia de cada uno, cuando la encuentra de nuevo, sabe de inmediato que ha dado con ella. Cuando el significante ser padre no la ha atravesado, eso se pone a hablar solo, a la orilla de la carretera y que vuelve  al alucinado, que le llega de una multitud de pequeños senderos, porque no tiene inscrito el significante de la carretera principal, todo le viene en contra, el mas pequeño detalle está interpretado en contra de él mismo.  Los traumatismos, los secretos, los accidentes de la vida, pueden sacar al sujeto de la carretera, uno también se puede despistar, en el murmullo de los sobreentendidos, que no es la persecución sistemática, solo son sobrentendidos.
 
    En el Seminario El Momento de Concluir, Lacan insiste en el Complejo de Edipo. Freud lo pone en el centro de la neurosis y Lacan dice en la lección de 11 de abril, de1978, no se puede impedir a un hijo matar a su padre, y avanza en ese tema diciendo que tomar todas la precauciones, no sirvieron de nada, tanto más, señala Lacan, que se trataban de precauciones. Más hay un intención, más va a fracasar, es así en los secretos de familia, terminan sabiéndose, incluso si no se dicen. Es como si eso provocara la contingencia del trauma. Es por eso que había pensado en el antes del Edipo, un tiempo primero, en el que a los hijos les había hecho falta matar  al padre de la horda primitiva lo que instauró la prohibición del incesto como fundamento de las generaciones.

    Con el Edipo, la cuestión no está resuelta de una vez para siempre, cada vez hay un riesgo. Es la idea que los hijos querrían su piel, que hace que los padres sean  tan proclives a sacrificar a sus hijos.  Entre los padres y los hijos hay cosas muy complejas que pasan. Briole, hace referencia a una película  Frantz, de Francoise Ozon. Sobre la guerra del 14. También a los padres que habían hecho la guerra europea, enviaban a sus hijos a Vietnam, después éstos hijos que habían perdido la guerra, eran hijos caídos.

    Briole, dice que analizarse se presentaba para el con el temor de perder a sus hijos. Añade que en la vida de un hombre, hay un niño que falta, se dice del lado de las mujeres. Pero este niño que no existe, no cesa de estar presente, su presencia misma puede ser de tal fuerza que se insinúa en todos los lugares. Este niño que un hombre no ha podido tener, incluso si se han tenido hijos con su mujer,  que no ha podido dejar de pensar que ese hijo no vendrá. Lo que puede hacer permanecer con la pareja, es al contrario de lo que se piensa, por el hijo que no han tenido. Imre Kertész lo describe muy bien en “El Cadich por un niño que no va a nacer”. La no existencia de este hijo, finalmente es eso lo que hace que él pueda existir, un punto extremo, después de Auschwitz. Separarse del mal de alteridad. Para Briole es algo que hay  que tratar en el análisis.

     Lacan, en el IX Congreso de 1976, en París, dice cuando uno quiere hacer la economía de lo que hay que soltar del lado del padre, y conquistar del lado de los hijos en la generación, para ser padres, este pequeño trozo de real, hace falta poder encarnarlo, hacer un poco de padre real también. Este trozo de real dice Lacan  es la castración, lo que uno se resiste y el otro quiere arrancaros, hacerlo soltar, Lacan añade que lograran arrancarlo, siendo la suerte común de todos lo padres. La verdad de los padres es que hace falta matarlos para que suelten el trozo de real, y dice que en el principio mismo de la civilización hace falta en ese sentido que haya la muerte del padre.

      Para Briole, “vamos muy rápido con el padre, nos desembarazamos de él. Nadie puede decir lo que es un padre, a la inversa, no cesamos de decir lo que uno es como hijo”. Da el ejemplo de un analizante que se resiste a ser padre, que dice, hablando a su mujer, yo modero, j´tempere, se escucha decir que el se toma el tiempo para ser padre. Briole le descompone: yo necesito tiempo para ser padre, ante todo, debe hablar de su padre. En análisis, hablar de ser padre es lo mismo que hablar del propio padre, hay una dialectización entre el uno y el otro. Es difícil pensarse padre, cómo eso se puede decir con palabras, posiblemente uno por uno. Se puede decir con todos los espejismos del ser, con todo lo que responde a la existencia de cada uno.  

    Habla de su testimonio, y retoma un enunciado del padre, su padre le decía siempre, “no habías debido nacer”. El  padre fue detenido por la Gestapo, y condenado a muerte. Briole dice que no es solo el trozo de real, sino de la relación con su propio padre, el peso de su propio padre. Cómo pensarse ser padre sin haber tratado el peso que uno tiene de su propio padre. De su lado, su padre no era un padre terrible, cómo hacer con un padre condenado a muerte, cómo construir un padre mas fuerte, sin hacerlo caer, cómo separarse de eso, cómo pensar las repercusiones que eso puede tener  en su lazo con sus hijos”.

     Los fines de análisis se hacen a partir de un resto que es un real, no dar sentido. Jacques Alan Miller  dice que uno no puede quedarse separado del otro, uno debe él mismo reanudarse con un otro, aunque sea “un otro de ficción”, que ha cambiado su modo de gozar. Esos momentos de desenchufe del otro, se pueden también encontrar incluso para los sujetos neuróticos.

    Hace referencia a Eric Laurent, el psicótico no se puede apoyar sobre el Nombre del Padre, que permite muchos embrollos, siempre la culpa es del otro. El sujeto psicótico solo puede contar sobre la posición que cada día debe renovar, hacer un esfuerzo. El paciente debe sostener un discurso, sostenerse en lo que tiene que decir, mas cerca de la verdad, habla como un analista de escuela, ya que el también debe hablar alrededor de un agujero, que es un invisible, un agujero alrededor del cual se debe encontrar la manera de decir ese real, si se mantiene del lado de la posición ética, esta en la obligación de decir éticamente, permanentemente. Para Briole, un analista, si acepta atender a alguien psicótico, debe soportar ocupar el lugar de la erotomanía, en posición de el amor que le atribuye el paciente. Hay algunos que se defienden de aceptar ocupar ese lugar. Cuando no hay la función fálica, lo que le llega es un goce no castrado, “te amaba, ahora te odio y ahora te voy a matar”, transferencia masiva. Habla de un paciente psicótico y maneras de hacer, de manejarse en la transferencia. Cuando no hay el espacio de la castración, toda palabra es una piedra, piedra que cae en un pozo.

    Jacques Alan Miller en El Conciliábulo de Arcachon,  dirá que el cuarto nudo es el síntoma, puede tener varias maneras, pero el Nombre del Padre es el que hace que el sujeto sea neurótico, después hay otras modalidades de mantener los tres  anudados, modalidades de vida marginales hasta la creación. El Nombre del Padre es uno entre ellos, no es suficiente para que no nos pase nada en la vida, nos pasan muchas cosas, y cuando el síntoma no funciona tampoco como Nombre del Padre, hay lugar para la depresión, los trastornos del humor etc, (Seminario de La Angustia). Para Briole siempre es mejor disponer del Nombre del Padre, de lo simbólico, pero tiene que ver  ver con la vida de cada uno, su historia, hay que pasar por lo caminos, hasta los mas pequeños senderos, para ver que hubo cosas que se pusieron como piedras en medio del camino. A la repetición reiterada J.A. Miller le llama “iteración”.      

Isabel Junco

           

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