La herejía freudiana

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Reseña de la clase impartida por Antoni Vicens


Carmen Escobedo

Reseña de la clase impartida por Antoni Vicens dentro del seminario sobre "La ciencia y la verdad" y "El triunfo de la religión".
Seminario del Campo Freudiano de Granada el 17 de diciembre de 2018.

 

LA HEREJIA FREUDIANA

Lacan plantea situar el psicoanálisis como discurso que mas tarde desarrollaría en los cuatro discursos. Lo que aquí concierne es establecer cuatro posibilidades de alojar la verdad como causa. La magia, la religión, la ciencia y el psicoanálisis como formas de causación del sujeto en su intento de entender lo real .Como mecanismos de defensa empleados por el sujeto frente al goce en su relación con la verdad ; la represión, la denegación, la ciencia del lado de la forclusión y el sujeto forcluido donde se percibe una paranoia dirigida tomando como referencia la psicosis de Joyce donde el psicótico se cura con su síntoma.

Al psicoanálisis no le atribuye un mecanismo de defensa propio. Se acentúa la verdad como causa material y el significante se define en primer lugar separado de su significación. El falo se imprime en el sujeto sin poder ser el signo para representar al otro sexo. La cuestión del sexo femenino como aquello que defiende un saber hacer en cada una de las actividades de magia,religión,ciencia y que en psicoanálisis es el goce femenino. Surgen cuestiones a cerca si podemos ver al hombre como deseo del Otro o si el goce femenino está del lado del Otro que no existe.

La posibilidad de plantear una herejía freudiana que permita hablar del deseo de Freud y con ello del deseo del analista .Pregunta de Lacan en la rueda de prensa sobre “El Triunfo de la Religión”. El psicoanalista es un síntoma del malestar de la civilización. Hay algo que no funciona, goce y lenguaje no se ponen de acuerdo. Hablar del deseo no como “retorno de lo reprimido” sino de la posición del analista en el saber, en la clínica y en el trabajo analítico.

El psicoanalista toma para sí una posición de resto o desecho de aquello de lo que no se quiere hablar en la civilización. En el texto “Kant con Sade” Lacan refleja las contradicciones sobre la “Declaración Universal de los Derechos Humanos” de 1948 llevándola a la dimensión de los derechos del goce, “Si todos los humanos tienen derecho a gozar la humanidad desaparecería”. También objeta la universalización de los derechos humanos en la filosofía política de Kant ,en su Imperativo Categórico ; Kant no entendía la transgresión.

En el seminario de la Ética del Psicoanálisis se sitúa el deseo del analista a partir de la transgresión en 1959 siguiendo el hilo a la herejía hasta 1970.Considerar las figuras del Marqués de Sade , de Kant y de Antígona como figura de transgresión máxima. Al estar dispuestos a “atravesar el Rubicon” del fantasma pudieran considerarse estos como héroes. Cosa que el analista no puede aparecer en la lógica del goce como transgresor, algo que en los inicios del “Pase” parecía explorar al enfrentar el final del análisis como el franqueamiento de Rubicon.Lo que muestran los testimonio de los AE es que no hay transgresión sino reanudamiento.

Lacan dice “no transgredimos nada”. Aunque todo deseo es transgresión, la transgresión no nos sirve al situar el síntoma y el inconsciente en relación al goce e intenta encontrar una lógica en esa difícil ecuación del goce. Buscara en la Teoría de los Nudos la forma en que se anuda goce y sentido. El nudo borroneo de las tres partes es transformable en miles de formas como forma de lo imposible sin transgresión ,por lo que esto se considera crucial.

El goce no transgrede. La persistencia del deseo como repetición de una situación de goce está ligada al trauma y no tiene valor causal. No hay pérdida del goce. En su manifestación el goce es a la vez una pérdida y ganancia. Lo difícil es hacer equivaler esa pérdida en un “plus” en analogía con la explotación en el Capital de Marx el goce “pide más y más” y en el capitalismo lleva a un proceso irreversible “cuanto más tiene más pierde”.

No hay fronteras en el franqueamiento del fantasma sino agujeros, bordes de un agujero. El psicoanalista debe ser cauto y dejarse llevar por eso de lo imposible. Dejar que nos succione el vórtice del goce de alguien. Con esto hemos podido no identificarnos con ese goce y es aquí según la hipótesis de Antony Vicens donde pasamos de la transgresión a la herejía.

Lacan define la herejía como una creencia en la cual está implicada la vida. No hay un acto heroico en el sacrificio de los mártires más bien es una elección, una opción que sin esto no tendría sentido la vida. Jackes Alain Miller al comparar la lógica de la elección con la transgresión en el seminario de la Ética del Psicoanálisis dirá que “no es una opción” en la que tengamos que elegir esto o lo otro.

Descartes como hereje desarrolló el núcleo de la herejía que finalmente seria adoptada por el discurso del amo como un instrumento de poder. El origen de la herejía cartesiana de la que surgió la ciencia moderna fue desde el paso de la transgresión de Giordano Bruno y Galileo hasta formar una comunidad de goce unidos por la herejia cartesiana la cual estaba dando unos frutos extraordinarios. La herejía en una comunidad de goce es lo que hace que la ciencia se pueda transmitir, no solo por el matema, sino que hay una “Cupido sciendi” que Spinoza toma como un amor intelectual entre el goce y el saber.

Si hay una herejía freudiana previamente provocada por la existencia de la herejía cartesiana de las dos sustancias, la pensante y la inextensa, el hereje del hereje es Lacan. Los psicoanalistas están dentro de esa herejía formando una comunidad de goce en la que se conecta el saber con la verdad.

La herejía no es un síntoma sino una elección elegida entre el saber y la verdad. Es también una política del síntoma que para cada cual es más fuerte que la vida. Los elementos que forman parte de la herejía freudiana y en los que Lacan incide en su texto El Triunfo de la Religión son tales como que el deseo es lo mas intimo y está en lo más externo, asi como en la desconsideración del amor al prójimo por el amor a sí mismo, de ahí que para Freud “el psicótico ama su delirio como a si mismo”. La alianza de la sexualidad con el saber por lo que la realidad de la sexualidad escapa a todo saber y la angustia como un exceso no como un sentimiento sino como una verdad desconocida, es aquello que no engaña y punto nodal entre el saber y la verdad.

Una de las formas más actuales de herejía freudiana es la frase “No sabemos que quiere una mujer”.

Carmen Escobedo