Secretarios del alienado. Metáfora y metonimia (I): “Su gavilla no era ni avara ni odiosa”. Metáfora y metonimia (II): Articulación significante y transferencia de significado. Conferencia: Freud en el siglo


Reseña de la clase impartida por Santiago Castellanos


Graciela Briceño


Reseña de la presentación de Santiago Castellanos sobre los capítulos 16 al 19 del Seminario de Jacques Lacan: “Las psicosis” en el Seminario del Campo Freudiano de Granada el 18 de febrero de 2017.



1.- CONSIDERACIONES GENERALES

Freud inició un trabajo pionero en la teoría de las psicosis, analizando el caso de Daniel Paul Schreber a través de sus memorias, en su interés en dirimir las diferencias entre neurosis y psicosis. Sin embargo no sigue esta línea de trabajo e incluso consideraba que el psicoanálisis no era recomendable para el tratamiento de los pacientes psicóticos. Lacan difiere de Freud en este sentido y partiendo de elementos freudianos, construye una teoría psicoanalítica de las psicosis.

Se trata de un momento inicial del trabajo de Lacan sobre la psicosis. En esta formulación de 1956, Lacan se vale de los tres registros (simbólico, real e imaginario) que viene desarrollando desde el inicio de su enseñanza. A partir del nudo borromeo pensará la psicosis de manera diferente, pero esto ocurrirá más adelante; para su forma más acabada aún faltan 20 años. En el momento del Seminario 3, se trata de la etapa del predominio de lo simbólico. La psicosis sería entonces la falta de la inscripción de un significante primordial en lo simbólico, lo que supone una falla estructural en la incorporación del sujeto a este registro. Este significante fundamental es lo que, en 1958, Lacan llamará el significante del Nombre del Padre.

El caso paradigmático de la psicosis entendida desde los tres registros es Schreber, así como lo será Joyce para la psicosis desde la perspectiva del anudamiento.

En este seminario el acento está puesto sobre los fenómenos del lenguaje, es en sus fallas y en los intentos de solución que pueden inferirse en las manifestaciones de la psicosis, sin descuidar la articulación entre lo imaginario y lo simbólico en la que se constituye el sujeto. Para 1956, Lacan se maneja, podría decirse, con pocos elementos: S1, S2 que conforman la cadena significante, la forclusión, el significante primordial o significante amo, la articulación entre lo imaginario y lo simbólico, las operaciones metáfora y metonimia. Sin embargo, son estos elementos importantes con los que establece las bases de la aproximación psicoanalítica al tema de las psicosis.

Contexto del Seminario 3

El Seminario 3 se ubica con relación a dos discusiones de la época sobre las psicosis. La primera es la tendencia biologicista que predominaba en la psiquiatría de la época y consideraba la psicosis como un déficit orgánico. La hipótesis de Lacan, a partir de lo que deduce de los fenómenos que se manifiestan en las psicosis, va en otra dirección. La gran tesis presente en el Seminario 3 es la del inconsciente estructurado como un lenguaje. Considera que la psicosis es consecuencia de algo que falla en la estructuración del sujeto, siendo que la estructura subjetiva viene definida por la incorporación al mundo de lo simbólico, de la incorporación al lenguaje, que es lo particular del ser humano. Se trata de una falla pero no biológica sino de la inscripción del significante primordial en el registro simbólico, aquel que permite la estabilidad entre la articulación del significante y el significado. Los fenómenos de lenguaje propios de la psicosis son una expresión de tal falla.

La otra discusión es la referida al yo, a su origen y función. Para los postfreudianos, el yo es una instancia de síntesis al que había que reforzar para lograr el acercamiento del paciente a la realidad, a la curación. Lacan entiende que esto supone un desconocimiento de la enseñanza de Freud. Al contrario, el yo es una instancia problemática, fragmentada, el resultado de la experiencia caótica del cuerpo en un ser viviente que llega al mundo en un estado de prematuración y al que la identificación con una imagen del otro da la consistencia y la unidad que no tiene. Lacan dice que “la alienación al Otro es constitutiva del yo” y hay una hiancia entre este déficit del organismo en sus primeros tiempos de vida y el desarrollo visual que le permite experimentar la imagen como forma completa, en relación con esa experiencia de fragmentación inicial. El yo sería un desorden de identificaciones imaginarias que reaparecen sucesivamente en la experiencia analítica, no un lugar de síntesis y armonía. Esta matriz imaginaria del yo es también la base de la agresividad y la rivalidad con el Otro. Pensar el yo en esta lógica supone que el analista no debe colocarse en el eje imaginario, el de las identificaciones, al cual es convocado por el analizante, sino en el lugar del Otro simbólico; de otra manera es una trampa para la cura analítica.


Para este momento de la enseñanza de Lacan, aún hay mucho por desarrollar, sin embargo hace algunos avances más. En cuanto al goce, está colocado en el registro de lo imaginario, aún no está formulada la teoría del objeto a, es el período del predominio de lo simbólico. Pero ya aquí va indicando cómo lo simbólico no puede dar cuenta completamente de lo imaginario.

En cuanto a la clínica para la psicosis, aún está por construir en 1956 pero sienta una de las premisas características de la orientación lacaniana: siempre hay que suponer un sujeto, sea cual sea la estructura y con independencia de la gravedad de la fenomenología que presente o si el propio sujeto se asume como tal, es decir, en aquellos que se encuentran “desubjetivados”. Hay un sujeto porque se trata de un ser hablante que está en el lenguaje, habitado por la palabra y que se vale de operaciones de lenguaje para restaurar la articulación interrumpida entre significado y significante, para introducir en el caos de lo imaginario algo de orden mediante lo simbólico.

En el psicoanálisis lacaniano se mantiene abierta la pregunta por la posibilidad de un tratamiento para la psicosis, porque no es un interés puramente teórico o clasificatorio ni es algo resuelto de manera universal. Es una posición ética, de asumir el sujeto en su singularidad y aprender de las invenciones que ha encontrado por sí mismo para tratar esa falla estructural, ese vacío en el que falta el significante del NP. Para el analista se trata de cómo ocupar ese lugar vacío. En la psicosis, el saber está del lado del sujeto y el analista debe saber ocupar dicho lugar, que es distinto de no hacer nada, la posición de secretario del alienado. Es lo contrario del SsS del neurótico en la transferencia, en el que le atribuye el saber al analista.


2.- PRESENTACIÓN DEL CASO SCHREBER Cronología general:

1842

N. en Leipzig, hijo de Moritz Schreber, médico rehabilitador y pedagogo muy prestigioso en su época.

1869

Termina el doctorado y se casa con la que será su esposa el resto de su vida. Justo antes del matrimonio, presenta temores hipocondríacos que anticipaban lo que iba a pasar luego.

1884

No resulta elegido en las elecciones parlamentarias. Ingresa para una cura de reposo, para tratarse de ideas hipocondríacas, depresión profunda, astenia e intentos suicidas, manifestaciones de un desencadenamiento psicótico de baja intensidad. Su médico es el Dr. Flechsig, quien era especialmente biologicista. Es dado de alta unos meses después y se reincorpora a su actividad profesional en 1886.

1893

Pasa 8 años estabilizado, al lado de su esposa pero sin poder tener hijos, como era su intención (En esto, Lacan se distancia de Freud quien explica la paranoia de Schreber como consecuencia de un fantasma homosexual reprimido. Lacan considera que no tiene nada que ver con lo que ocurre). En junio le anuncian su nombramiento como presidente de la corte de apelaciones de Dresde. Ocurre otro desencadenamiento. Anticipa al desencadenamiento un sueño en el que le surge la idea de lo bello que sería ser una mujer en el momento que sucumbe al coito; esta fantasía le resulta muy perturbadora. Es una idea que jugará un papel principal en la construcción del sistema delirante. De nuevo, su médico es el Dr. Flechsig.

1895

Inicialmente Weber no considera perdido el caso de Schreber, porque su sistema delirante no está tan cerrado. Dos años más tarde, su juicio es más desfavorable. Weber lo considera un enfermo crónico e irrecuperable por la persistencia de su delirio. No obstante, la estabilización del delirio de Schreber le procura una mejoría clínica significativa e inicia una batalla legal para lograr que le liberen del manicomio.

1902

Sale del manicomio tras una batalla legal que gana, recupera sus derechos ciudadanos y deja de ser considerado un incapacitado.

1903

Publica sus memorias.

1907

Ocurren varios eventos importantes en la vida de Schreber, un nuevo desencadenamiento y otro ingreso en una clínica.

1911

Muere a los 69 años de edad.

Schreber registra dos crisis en sus Memorias, por exceso de actividad intelectual (cuando pierde las elecciones y cuando es nombrado presidente de la cámara de apelaciones). Los síntomas que presenta cuando es ingresado por primera vez ideas hipocondríacas severas (un reblandecimiento cerebral por el que moriría pronto), alucinaciones visuales y auditivas y “tormentos corporales” que soportaba por una causa sagrada. El delirio se va haciendo cada vez más místico y religioso: hablar con Dios, ser hostigado por demonios, ver apariciones milagrosas y vivir en definitiva en otro mundo. Weber refiere en un informe de 1899 que Schreber había construido un sistema de delirios que había reconstruido su personalidad, mostrándose perfectamente capacitado para volver a la vida normal y sin signos aparentes de perturbación. En 1902 consigue su libertad y en la sentencia aparece sintetizado su sistema delirante: se consideraba llamado a redimir el mundo y devolverle la bienaventuranza perdida pero sólo sería posible después de haberse transformado en mujer por un milagro divino, en un período de años o décadas. En su cuerpo experimentaba también milagros o rayos divinos, que habían reparado la fragmentación corporal experimentada hasta el punto en que mientras la transformación no se completara, sería inmortal. Sentía que su cuerpo tenía ya “nervios femeninos”, de los cuales surgirían por la fecundación inmediata de Dios nuevos hombres. Sólo al completar su misión divina podría morir. Le hablaban el sol, los árboles y los pajaros, que eran restos encantados de las antiguas almas humanas.

Freud considera en su análisis del caso que la transformación en mujer fue el delirio primario, siendo al principio de carácter perjudicial y persecutorio (y atribuido a un interés sexual del Dr. Flechsig en él) pero que luego se incorpora como elemento a la misión redentora. Se trataría de una manía persecutoria sexual que se transforma en una manía religiosa de grandeza: Flechsig luego es sustituido por Dios y el fin simplemente sexual en un fin divino. Para librarse de la persecución de Flechsig, acude a Dios y acepta los sacrificios que éste le impone en nombre de su misión sagrada. De esta manera, en 1895, se produce una reconciliación del sujeto con la fantasía de transformarse en mujer para poder ser fecundado por los rayos divinos y crear nuevos hombres. Freud concluye que esta transformación en mujer fue el núcleo inicial de la producción delirante, también fue el único elemento que se mantuvo una vez restablecido Schreber. La actividad delirante en relación a Dios se sistematizaba alrededor de la idea de que el alma humana está contenida en los nervios del cuerpo, mientras los hombres se componen de cuerpo y nervios, Dios es sólo nervios y éstos poseen las mismas propiedades de los humanos pero con mayor intensidad. Dios además guarda una íntima relación con el cielo estrellado y el sol.


La relación regular entre Dios y las almas de los hombres se establece después de la muerte.

El despliegue del delirio de Schreber muestra bien varios fenómenos de la psicosis. Quizás, en los tiempos de los neurolépticos, esto se dé cada vez con menor intensidad y este señalamiento muestra la diferencia entre la lógica de la psiquiatría y la del psicoanálisis. La primera, con frecuencia, toma la vía de “aplastar” el delirio por la vía de la sustancia. El segundo opta por escuchar acompañar el delirio y esperar a lo que puede producir. En cualquier caso, delirios expansivos que se concluyen por una metáfora delirante y permitan al sujeto lograr un lugar en el mundo desde el cual funcionar, son cada vez más difíciles de encontrar en la clínica.

Freud explica la paranoia de Schreber como una fantasía homosexual inconsciente reprimida, que produce gran repugnancia en él y podría deberse al temor de ser objeto de abusos sexuales por parte de Flechsig. La formula propuesta por Freud para interpretar los delirios persecutorios -no sólo respecto a Flechsig, otros también ocuparon este lugar—es sencilla: “la persona odiada y temida ahora por su persecución es siempre una persona amada y respetada antes por el enfermo”. La base de la enfermedad de Schreber fue la aparición de un brusco impulso homosexual. Contra tal fantasía se alzó una intensa resistencia por parte de Schreber y la defensa tomó la forma de delirio persecutorio.

De las interpretaciones de Freud sobre el caso, la idea de que el delirio es el intento de curación del sujeto psicótico respecto a una “catástrofe subjetiva anterior” marcará un antes y un después en la psiquiatría y el psicoanálisis.

Lacan hace una lectura distinta a la de Freud, de este mismo caso. Distanciado de la hipótesis de la fantasía homosexual inconsciente como explicación, considera que se trata de un “desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida del sujeto”, que puede manifestarse claramente en un desencadenamiento psicótico y a veces en casos sin desencadenamiento pero en los que hay algo en la relación del sujeto con la vida que está dañada de una manera primaria y es una de las referencias que se pueden tomar para la clínica de la psicosis desde el psicoanálisis lacaniano.


La psicosis en el Seminario 3 consiste en un agujero, una falta a nivel del significante, siendo que este significante fundamental (el NP, en 1958) quede forcluido. Es importante señalar aquí la necesidad de evitar cierto riesgo psicologizante de la clínica, que es pensar la estructura a partir del ambiente familiar, de la novela familiar. Se trata de una lógica, de la falta de un significante, de algo que no operó a nivel simbólico y esto puede ocurrir con independencia de las circunstancias familiares aparentes. De allí la importancia de las entrevistas preliminares, para dirimir la estructura.

Ante este agujero, esta falta del significante fundamental, aparecen entonces los fenómenos elementales, la perplejidad junto con la ruptura “en la juntura más íntima de la vida del sujeto”. Se produce un “desastre creciente de lo imaginario” hasta que se alcance una cierta estabilización entre el significante y el significado a través de la metáfora delirante. Freud sitúa la cuestión del padre como núcleo central afectado en la psicosis -y su análisis de Schreber gira en torno al complejo paterno (Flechsig, Dios y su equivalencia con el padre)-Para Lacan, la función del padre es de carácter significante, no es algo biográfico, sino que se rige por las leyes del campo de lo simbólico y propondrá esta función, que llamará metáfora paterna en el texto de 1958, como lo forcluido en la psicosis. La metáfora paterna civiliza el goce, nombrándolo, dándole un sentido y una significación que más adelante Lacan llamará fálica.

El encuentro con la lengua para el viviente es un encuentro por fuera de sentido, las palabras de entrada no tienen sentido. ¿Cómo se opera en el registro de lo simbólico para que ese enjambre de palabras pueda finalmente encontrar un significado, cómo se opera para pasar del sin sentido al sentido? Lacan plantea que, en términos lógicos, se requiere un operador significante que introduzca un orden y lo llama el NP, un significante primordial que permite estabilizar el significante y el significado en el lenguaje y que permite que los significantes primordiales S1 puedan hacer una cadena con S2. Se trata de un significante que permite introducir un orden en el caos del viviente con la lengua.

¿Por qué Lacan lo llama el NP? Porque es freudiano, sigue la idea edípica del padre como aquel que introduce la ley. La entrada en el lenguaje supone una operación de castración, que introduce el orden simbólico en el desorden inicial del sujeto, haya o


no haya padre imaginario (biográfico). Un comentario se hace necesario aquí: no puede perderse de vista que lo que hace una clínica diferencial entre psicosis y neurosis no es la novela familiar y sus vicisitudes sino la relación con el significante del NP.

Lacan sigue a Freud cuando dice que los psicóticos aman a su delirio como a sí mismos. En el caso de Schreber, la nueva significación que encuentra en la idea de ser la mujer de Dios para procrear una nueva humanidad como efecto de la metáfora delirante, que se hace equivalente a la significación fálica y viene al lugar de aquello que no se produjo. En el caso de Schreber hay un primer momento de perplejidad frente al vacío de significación porque no hay significante del NP, cuando es convocado a ocupar la presidencia del tribunal, que se acompaña de un certeza de significación sin nombre. Posteriormente aparecen los fenómenos elementales, la alucinación y el delirio. Hay una expansión del delirio y finalmente hay una reducción como efecto de la metáfora delirante, que abrocha un sentido. Es una respuesta del lado de lo simbólico por parte del sujeto frente al vacío de significación, se trata de un intento de restitución por una vía alternativa. En el caso de Schreber, la misión sagrada de ser la mujer de Dios para engendrar una nueva humanidad constituye un esfuerzo de establecer un vínculo con el mundo y con el Otro, inicialmente derrumbados en el desencadenamiento.

Como advertencia clínica y para finalizar, Santiago Castellanos señala que reconocer la importancia del delirio como intento de curación no significa que la práctica psicoanalítica consista en estimular la producción delirante, ya que esto funciona por sí mismo. Algo así entrañaría un aumento de la probabilidad de que el analista quede incluido el delirio por el lado erotomaníaco o por el persecutorio, riesgo por lo demás, inherente al trabajo en psicosis. Se trata más bien (y es de las pocas indicaciones clínicas de Lacan en este seminario) de reducir el despliegue asintótico y acompañar, ocupar el lugar o la función del secretario del alienado.


Graciela Briceño Ruiz