El llamado, la alusión. El punto de almohadillado. “Tú eres el que me seguirás”


Reseña de la clase impartida por José María Álvarez


David Sevilla


Reseña de la presentación de José María Álvarez sobre los capítulos 20 al 22 del Seminario de Jacques Lacan: “Las psicosis” en el Seminario del Campo Freudiano de Granada el 18 de marzo de 2016.


Tres cuestiones preliminares en las que José María Álvarez incide antes de entrar al contenido del seminario propiamente dicho:

1) Lacan formado en la psiquiatría clásica, tiene bien integradas las diferentes orientaciones de la psiquiatría de la época, Jásper, Kraepelin, Clerembault… Por tanto sería conveniente dedicar un tiempo anterior a la psicopatología clásica para poder llegar a un conocimiento profundo de este seminario.
2) Aunque es cierto que había detalladas descripciones sintomáticas asociadas a la psicosis así como elaboradas teorías, hasta Freud, nadie había propuesto una articulación precisa entre manifestaciones clínicas  y los mecanismos que las causan.
3) La tercera, es que Lacan en esta época es profundamente estructuralista, discontinuísta a la hora de pensar la psicopatología. Hay estructuras concretas y el sujeto no pasa de unas a otras, el neurótico no se psicotiza y viceversa.

Históricamente siempre hemos tenido este movimiento pendular de la continuidad a la discontinuidad, de lo uno a lo múltiple y viceversa. Conforme avanzó en su enseñanza el propio Lacan fue consciente de los límites de esta perspectiva, introduciendo la clínica de los nudos, continuista y dimensional. Sin embargo, lo más brillante del seminario, en opinión de José María, es precisamente esta clínica de las estructuras, en la que aparecen los grandes temas, a saber, el desencadenamiento, el fenómeno elemental, la estabilización a través del delirio…Así desde la perspectiva estructural la clínica de la psicosis tiene sus propios fenómenos casi patognomónicos en los que su surgimiento como por ejemplo a través de los fenómenos elementales previos al desencadenamiento, pueden revelar por sí mismo la estructura psicótica.  Hasta aquí la introducción.

Capitulo XX. El llamado a la alusión.

Hay una frase sobre la que vamos a dar vueltas, “si el neurótico habita el lenguaje, el psicótico es habitado por el lenguaje”. Lo que indica una posición pasiva con respecto al lenguaje, en la que el lenguaje posee al sujeto. “La realidad con la que nos enfrentamos está sostenida, constituida, por una trenza de significantes” pag. 357. Esto es, de alguna forma, el psicótico es poseído, habitado por el lenguaje, que adquiere una importancia trascendental.

Para entender esto José María nos dará un pequeño rodeo por la teoría de Clerembault, recordándonos el concepto de automatismo mental, lo primero que se altera son las palabras, no su significado ni su afecto, sino el mismo soporte significante. Algo muy evidente en el caso por ejemplo de la perplejidad, cuando el sujeto lo que explica es que los referentes se perdieron y las palabras no querían decir nada, el sujeto queda completamente perdido sin nada en lo que agarrarse, en plena oscuridad. El automatismo mental se caracteriza por tres cuestiones:

1. Carácter esencialmente neutro.
2. No es sensorial.
3. Tiene un rol inicial en el inicio de la psicosis.

Lacan recalcará la relación de exterioridad del sujeto con el significante, la xenopatía, término que José María dice haber encontrado definido por primera vez en Paul Girauld que describió la xenopatía en los siguientes términos: “Ciertos estados afectivos, de representaciones y tendencias a la acción que sobrevienen en el curso de la actividad mental y que en el caso de algunos delirantes se experimentan como ajenos y se atribuyen a una acción exterior.

Experiencia esta que José María Álvarez junto con Fernando Colina, sitúan muy tardíamente en la historia de la psicopatología, concretamente a comienzos de la modernidad en relación a la pérdida progresiva de algunos significantes amos y el desarrollo científico, además la caracterizaran como un síntoma propio de nuestra época en la que el hombre moderno se presenta roto, desfragmentado.

La determinación del tipo de estructura proviene de una concatenación de factores y elementos que se interrelacionan, aunque no deja de haber una “insondable decisión del ser” como la Lacan menciona en su texto “acerca de la causalidad psíquica”. Es decir, cada uno de nosotros hacemos algo. Nuestro desarrollo es superar muchos obstáculos, que debemos ir conquistando y cada uno deberá hacer un recorrido, el que buenamente pueda. En el caso de la psicosis dicho de forma muy prosaica, el psicótico no recoge el testigo de la palabra, en su experiencia vital, cuando el psicótico tiene que tomar la palabra, dar la cara, le falta el libro de instrucciones, el mapa de carreteras como veremos hoy, e intenta responder desde algo que no está simbolizado y responde enfermando. Así es en los momentos más complicados de la vida de las personas cuando podemos ver la estructura. Cuando hablamos con un psicótico nos interesa saber qué sucedió, cómo y cuándo, porque tendremos una guía de lo que no está simbolizado y una posible orientación de la cura.

Delirio primario/secundario.

Para José María hay dos posiciones en el delirio. Una posición llamémosla primaria en la que el delirio lleva siempre el encabezamiento del “otro me quiere…” el otro quiere gozar de mi, en la que el sujeto está agobiado por otro malvado que quiere hacerme algo malo y en la que el sujeto se defiende de algo de lo que no quiere saber y que por supuesto está forcluido. Mientras que la otra posición o delirio secundario, en la que en el sujeto se da un esfuerzo creativo frente a esta forclusión y en la que suele presentarse la función redentora, para aportar algo al mundo. Veámoslo con los ejemplos que utiliza José María.

En el caso Aimeé la posición primaria sería “quieren matar a mi hijo” en la que posteriormente dará lugar a la posición secundaria en la que a través de la escritura desarrolla su función redentora del mundo.
En Schreber también tenemos estos dos momentos. En primer lugar “el otro malvado, quiere mi emasculación en mujer” con la que está atormentado y se resiste. En un segundo tiempo, eso dará lugar a la creación de una nueva raza de hombres Schreberianos, será a partir de aquí que consiga cierta estabilización, pleitee por su libertad y empiece a escribir sus memorias. No admite a Dios, pero sí un cierto orden del mundo, una especia de función paterna intermedia. que le permita calmarse y tornar su disposición a la emasculación para la creación de la nueva raza.

Dos polos de la psicosis.

¿Cómo se gesta un delirio? Se pregunta Lacan, hemos visto que le delirio tiene una serie de características, evolucionan…¿pero cómo se llega a eso? Lacan retoma el caso de Aimeé en su tesis sobre la formación del delirio en la que al contrario que la mayoría de los autores que ven el delirio como el resultado de un proceso de sistematización y razonamiento, él propondrá que estos se gestan a partir de “momentos fecundos” que determinarán su invención o construcción.

En contra de uno de los polos del delirio que tiene que ver con el estribillo que está más bien del lado de la repetición, de la palabra vacía,  tenemos la revelación del otro lado, la palabra  reveladora, que abre la dimensión de una experiencia inefable, está del lado de lo pleno. Esta no surge como consecuencia de un proceso de elaboración, sino que se le presenta al sujeto que va hilando estos momentos, va dándoles una narración, no es deducido por el sujeto sino presentado. Aunque es cierto que hay algo del orden de la casualidad, tampoco es totalmente casual,  ya que como vimos en el caso de Aimeé no vale cualquier mujer sino una que encarne su ideal de mujer.

¿Para qué del delirio? Para re-equilibrar un mundo muy desequilibrado, para ir montando pilares sobre los que construirse una realidad habitable.

Capítulo XXI. Punto del almohadillado.

¿Cómo se engancha el significante y el significado? Si esta relación fluida siempre está lista a desvanecerse, ¿qué hace posible el anudamiento?
Miller se referirá en este punto en su seminario de piezas sueltas a que el punto de entrecruzamiento de significante y significado se da a través del sentido, ahí reside el punto de capitón.
El significado en una frase se produce après coup, en función de donde pongamos el punto se producirá un sentido retrospectivamente. Un ejemplo.

Ay/cariño/así/no/podemos/seguir/

Otra peculiaridad del punto de almohadillado es que además permite que pensemos que lo que decimos es nuestro. Sin embargo en la psicosis está cuestión está desbaratada.

Para Lacan, la pregunta sobre la génesis de la psicosis será un cuestión transversal en toda su obra, en uno de los últimos texto de Miller lo dice en la presentación de enfermos evocando a Clerembault, “las emergencias xenopáticas, la imposición de palabras se funda en las estructuras, si la estructura quiere que toda palabra se funde en el otro, la pregunta ya no es qué es un loco, sino cómo se puede no estar loco, qué ocurre para que yo me reconozca como agente de lo que se dice. Miller concluye: la normalidad es la xenopatía, si el lenguaje siempre nos habla, ¿por qué no estamos todos locos? Pregunta que siempre debemos tener presente.

David Sevilla