Prólogo
de Gitrancourt
En ninguna parte del mundo
existe Diploma de Psicoanálisis. Y no por azar o por inadvertencia,
sino por razones debidas a la esencia de lo que es el psicoanálisis.
No se ve cuál podría
ser la prueba de captación que verificaría al psicoanalista,
ya que el ejercicio del psicoanálisis es de orden privado,
reservado a la confidencia que el paciente hace a un analista
de lo más íntimo de su cogitación.
Admitamos que el analista
responde con una operación, que es la interpretación,
y que se dirige a aquello que denominamos el inconsciente. ¿Podría
constituir esta operación el material para esa prueba?
- dado que la interpretación no es la culminación
del psicoanálisis y que cualquier crítica de textos,
documentos e inscripciones, también la emplea. Pero el
inconsciente freudiano sólo se constituye en la relación
de palabra que ya he mencionado, no puede homologarse fuera de
ella. Además, la interpretación analítica
no prueba nada en sí misma, sino por los efectos, imprevisibles,
que suscita en aquel que la recibe, y ello en el marco de la misma
relación. No hay salida.
El resultado es que debería
recibirse al analizante para que, él sólo, atestara
la capacidad del analista, si no fuera que su testimonio está
falseado por el efecto de transferencia que se instala de entrada
y a sus anchas y no da ningún seguro con respecto al trabajo
que se ha hecho. Todo ello deja ya entrever que el único
testimonio que podría recibirse sería el de un analizante
postransferencia, pero que quisiera servir aún a la causa
del psicoanálisis. Lo que aquí designo como el testimonio
del analista es el núcleo de la enseñanza del psicoanálisis,
en tanto que éste responde a la pregunta de saber qué
es lo que puede trasmitirse al público de una experiencia
esencialmente privada.
Jacques Lacan estableció
este testimonio bajo el nombre de "el pase" (1967);
y dio el ideal de esa enseñanza, el mathema* (1974). De
uno a otro, hay toda una gradación: el testimonio del pase,
todavía sobrecargado con la particularidad del sujeto,
está confinado a un círculo restringido, interno
al grupo analítico; la enseñanza del mathema, que
debe ser demostrativa, es para todos -y es ahí donde el
psicoanálisis se encuentra con la Universidad.
La experiencia se realiza
en Francia desde hace catorce años; ya se ha dado a conocer
en España desde hace cuatro años a través
del Seminario del Campo Freudiano; tomará desde enero próximo
la forma de la Sección Clínica.
Debo dejar bien claro qué
es y qué no es esta enseñanza. Es universitaria;
es sistemática y gradual; la imparten responsables cualificados;
se sanciona con Certificados y Diplomas. No es algo que habilite
para el ejercicio del psicoanálisis. El imperativo formulado
por Freud a partir de 1910, que un analista sea analizado, fue
no sólo confirmado por Lacan sino radicalizado desde el
momento en que un análisis no tiene otro fin propio que
la producción de un analista. Añadamos que la transgresión
se paga cara y en todos los casos a cuenta de aquel que la comete.
Ya sea en París,
en Bruselas o en Barcelona, ya sean modalidades públicas
o privadas, esta enseñanza es de orientación lacaniana.
Aquellos que la reciben se definen como participantes: este término
es preferible al de estudiante, para subrayar el alto grado de
iniciativa que se les pide. El trabajo que ofrezcan no les será
expropiado: depende de ellos.
No existe paradoja en plantear
la más estricta exigencia para aquellos que se ponen a
prueba en una función de enseñanza sin precedentes,
ya que el saber enseñado, si obtiene su autoridad por su
coherencia, sólo encuentra su verdad en el inconsciente,
es decir, en un saber en el que no hay nadie para decir «yo
sé». Lo que se traduce en lo siguiente: que sólo
se dispensa una enseñanza en el Campo Freudiano a condición
de sostenerla con una elaboración inédita, por modesta
que sea.
Se empieza, tanto en España
como en Bélgica, por la parte clínica de dicha enseñanza.
La clínica no es una ciencia, es decir, no es un saber
que se demuestre. Es un saber empírico, inseparable de
la historia de las ideas. Al enseñarlo, no sólo
estamos supliendo las debilidades de una psiquiatría de
la que el progreso de la química ha dejado de lado a menudo
su tesoro clásico; introducimos también un elemento
de certeza (el matema de la histeria).
En el futuro, las presentaciones
de enfermos vendrán a consolidar esta enseñanza.
Más adelante, se añadirá el ámbito
llamado en Francia de «Études Approfondies»,
cuyo resorte es la redacción de una tesis de Doctorado.
De acuerdo con lo que se hizo antaño bajo la dirección
de Lacan, nosotros procedemos paso a paso.
Jacques-Alain Miller
15 de Agosto de 1988
* Del griego mathema, lo que se enseña.
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