Lo infantil en el diván
Patrick Monribot
PRESENTACIÓN
Algunas palabras de introducción a esta publicación que, a modo de un haiku, es pequeña en su tamaño pero grande en su extensión.
Una elección certera, por parte de nuestros colegas del Instituto del Campo Freudiano en Granada, la de esta conferencia de Patrick Monribot para formar parte de una colección que esperamos casi con la misma ilusión que un niño espera su juguete la mañana del día de Reyes.
Y de niños se trata. Del universo de la infancia, al que Freud accedió a través de la cura de adultos, y al que la cura de niños nos permite conocer de primera mano. Una empresa compleja, la del psicoanálisis con niños, necesaria y cada vez más contingente en la utilidad pública que se desprende de nuestra práctica de discurso.
Conferencia magistral por lo que enseña, testimonial por la experiencia de la que da cuenta, práctica por cómo nos orienta en la dirección de la cura.
Nos ha conmovido el modo en que hace transmisión del psicoanálisis: la puesta a prueba de sus conceptos y sus principios en el caso por caso que solo es posible cuando se trata de una verdadera praxis, aquella que no se somete a las exigencias curativas y da lugar al sujeto que intenta mostrarse en el síntoma para que su verdad sea escuchada.
Esa verdad particular que a menudo nada tiene que ver con las versiones de padres, pediatras o educadores cuando de un sujeto infantil se trata.
En esta época -en la que aquellos que tratan con el sufrimiento en la infancia se encuentran exigidos, ya sea por las familias o por el sistema educativo, a eliminar síntomas molestos o disruptivos- encontramos en los trabajos de psicoanalistas, como Patrick Monribot, una muestra de cómo una clínica orientada por el psicoanálisis, que tiene en cuenta la función del síntoma como auto-tratamiento ante un real insoportable, lejos de intentar eliminar el síntoma, favorece su construcción en aquellos casos cuya gravedad no lo había permitido.
Es verdad que no es fácil mostrar a los padres que la aparición de una enuresis puede significar un avance en la cura, pero esa dificultad nunca debe de hacernos retroceder pues hay una ética en juego.
Monribot nos muestra, con el caso del pequeño huelguista, cómo no retroceder. Establece y da cuenta del deseo del analista que no se rige por recetas ni protocolos sino que da tiempo al sujeto infantil a tener un síntoma y a hacer su propia demanda para que la empresa analítica sea posible y obtener una cura durable.
Una exposición que despertó nuestra admiración por el rigor clínico y teórico, la claridad de los conceptos, el detalle en el relato que permite seguir los momentos lógicos de la cura y la posición del analista.
Ynma Nieto Ferre