Marie Helene Brousse abre la dirección de la cura hoy
Por Luis Iglesias
El sábado, 22 de Octubre de 2005, dio comienzo la primera sesión del Espacio Campo Freudiano del presente curso. La temática elegida ha sido: “La dirección de la cura hoy” y el escrito de Jacques Lacan que se va a trabajar es “La dirección de la cura y los principios de su poder”, texto presentado en el coloquio de Royaumont en Julio de 1958.
Nuestro primer docente invitado ha sido Marie Helene Brousse, prestigiosa psicoanalista francesa y enseñante de la Sección Clínica del Instituto de Campo Freudiano de París. Se encargó de introducirnos a este escrito lacaniano y situarlo tanto en su contexto histórico como en el estructural. Marie H. Brousse nos señaló cuatro características particulares del texto alrededor de las cuales organizó su exposición: (1) Es el único escrito lacaniano con referencias exhaustivamente explicitadas, lo que es contrario a un cierto “estilo” lacaniano de hacer las cosas que persigue borrar sus trazas. (2) La construcción del propio texto –Lacan clasifica, ordena, organiza- le da un aspecto de texto didáctico. Nos encontramos con un Lacan enseñante de psicoanálisis, orientado hacia la transmisión. Un escrito que nos muestra la marca del deseo de transmisión. (3)
Se puede considerar como uno de los textos más técnicos de Lacan. Contiene referencias a la primera entrevista (entrevistas preliminares), se pregunta ¿cuándo hay que tumbar al paciente y por qué? ¿cuándo y como interpretar? ¿qué tratamiento? (4) Texto muy clínico, el gran texto clínico de ese periodo de la enseñanza lacaniana. Abundando en este último aspecto, Marie H. Brousse nos comenta largamente el caso llamado “El hombre de los sesos frescos”, que Lacan recoge en su escrito y que no abandonará a lo largo de su enseñanza. Publicado por Ernest Kris en su artículo: “Psicología del yo e interpretación en la terapia psicoanalítica” para discernir entre posiciones de escuelas, se trata del enfrentamiento entre kleinismo y annafreudismo, siendo E. Kris de éste último, paladín. El comentario nos servirá para discernir entre la Ego psychology y el psicoanálisis según Lacan. Las consideraciones de J. Lacan acerca de “El hombre de los sesos frescos” no se distinguen por ser conciliatorias, se trata, nos dice: “...de un sujeto inhibido en su vida intelectual y especialmente inepto para llegar a alguna publicación de sus investigaciones, esto en razón de un impulso a plagiar que no parece poder dominar. Tal es el drama subjetivo”. Para E. Kris la piedra de toque está en la desmesura de las defensas yoicas, lo que lo anima a la tarea de mostrarle a ese Yo, más tratable que el Ello, la insensatez de sus identificaciones y soluciones mágicas. Marie H. Brousse nos señala el “acting out” del paciente “...desde hace algún tiempo, al salir de la sesión, ronda por una calle que abunda en restaurancitos atractivos, para atisbar en los menús el anuncio de su plato favorito: sesos frescos”, donde la interpretación se muestra rectificadora de la dirección de la cura, pero no por parte del analista sino por parte del paciente. El paciente dice que roba, él plagia, es un plagiador, aquí tenemos al síntoma como modo de identificación, como subjetivación del saber, para el sujeto, de lo que ha causado su síntoma; mientras E. Kris verifica en la realidad: tú no robas ideas, procurando una desidentificación del síntoma, hace uso de un poder, intenta sugestionar. Esta intervención no puede ser considerada como una rectificación subjetiva, confunde dos niveles: el nivel de la palabra –los dichos del paciente- y el nivel de la realidad. Tomemos las consideraciones de J. Lacan: “No es que su paciente no robe (...) es que roba nada”. E. Kris no establece una diferencia clara entre defensa y pulsión, las considera moldeadas la una sobre la otra. Tu (no) robas (ideas) para protegerte de robar ideas, sí que robas: robas nada, no ideas, la nada como objeto, como objeto pulsional. La nada como objeto nos permite diferenciar la pulsión de la defensa. En la dirección de la cura hay que utilizar la pulsión y no al Yo como brújula. Mientras E. Kris se orienta por la defensa ante lo instintual, Lacan se orienta por la pulsión como cadena significante. La brújula que nos permite orientarnos por la pulsión, en términos de cadena significante, es el Otro (A).
Las dos últimas partes de éste escrito lacaniano: Cómo actuar con el propio ser y Hay que tomar el deseo a la letra, comenta Marie H. Brousse, nos dan una clara semblanza de lo que es la cura lacaniana en el año 1958: No hay análisis sin comunicación previa de directivas, a partir de que hay rectificación subjetiva se puede tumbar en el diván y nos introducirán en las cuestiones cruciales: ¿Qué es el final del análisis? ¿qué hacer con el fantasma? ¿qué es la verdad? ¿qué es la estructura del deseo? Todo nos conducirá a una reinvención del psicoanálisis y a preservar el lugar del deseo.
Finalmente y basándose el la última enseñanza de Jacques Lacan, Marie H. Brousse nos da algunas pinceladas de la temática que enmarca la dirección de la cura en la actualidad: Preeminencia del síntoma, preeminencia de las formas de goce, constatación de que en un mundo en el que el Otro que no existe el modo de goce no está articulado a la garantía del Otro. Y nos recuerda, con J.A. Miller, que la cura se puede desdoblar (a) en un tratamiento médico –con efecto terapéutico- (b) en una experiencia analizante, que tiene por horizonte el pase (c) en la posibilidad o imposibilidad de un cambio de regímenes del goce.