Para qué sirve un psicoanálisis
Anna Aromí
Por Carmen Ribés
La reseña que la propia Anna envía para la difusión de la conferencia ya señala que de un psicoanálisis se esperan efectos y se pregunta de qué tipo son; los resultados dependen del comienzo y el inicio marca su final cualquiera que sea su duración.
Anna Aromí señala lo que hasta Lacan había quedado en la sombra con la noción de acto. El acto del analista está a la entrada de la experiencia y a la salida está el acto del analizante.
La pregunta que sirve de título a la conferencia “Para qué sirve un psicoanálisis” encuentra pronto una respuesta. Un psicoanálisis sirve para producir un analista. La terapéutica, desde Freud, se produce por añadidura. Pero sin el acto del analista no se empezará un análisis que finalizará con la producción de un analista.
Habría, según Anna Aromí, que volver a revisar, o actualizar, nuestra noción y nuestra práctica de las “entrevistas preliminares” que son el marco en que ese acto puede producirse.
Freud llamaba a las entrevistas preliminares “tratamiento a prueba” pero su objetivo, más bien de cierto apercibimiento diagnóstico, no es exactamente el mismo que para Lacan para quien además se trata más propiamente de poner en marcha el síntoma analítico como tal. El síntoma analítico hace caminar el análisis, es su motor.
De manera que, en las entrevistas preliminares, y mediante el acto del analista, se instituirá el marco que hará de esa experiencia un análisis, una experiencia analítica.
Se producirá así lo que A. Aromí describió como el enganche del síntoma en la transferencia y la puesta en marcha de su satisfacción sustitutoria. Es decir, que en vez de gozar de su síntoma el paciente gozará de analizarlo, gozará de su inconsciente.
De manera que, en las entrevistas preliminares, ha de producirse ese giro o ese trueque por el que el sujeto acepta gozar menos de su síntoma y más de su desciframiento.
A. Aromí cita a J.-A. Miller en su curso “Causa y consentimiento” para señalar además que el analista tiene también que apreciar, a través de las entrevistas preliminares, de qué puede y de qué quiere hacerse responsable el sujeto en lo que dice. Si lo que dice no engancha con su responsabilidad, de nada servirá la experiencia analítica.
Para que el síntoma ocupe el centro de la escena, continúa A. Aromí, el sujeto tiene que extrañarse de él, no acomodarse a él, no confundirlo con su vida sino desesperarse de su síntoma.
Por lo tanto, las entrevistas preliminares para Lacan tienen en un primer momento la función de dar el marco para acoger la demanda del sujeto y para que se produzca el acto del analista de decidir si sí o si no. Ese acto decide si el sujeto se hará o no responsable, es decir si será analizable, y lo convertirá en analizante.
También en las entrevistas el analista ha de decidir sobre si determinado sujeto es analizable por ese analista. Dado que el deseo del analista es particular, es decir que está en función del modo concreto en que al deseo de analista se anuda el síntoma particular, la disponibilidad del analista no es universal. De manera que se trata de un tratamiento a prueba también para el analista.
Para adoptar esa decisión, A. Aromí se refiere ahora a la “Introducción al tratamiento” de J.-A. Miller, escuchamos, dice, la autoevaluación de cada uno. Y si no está hay que producirla, producir esa autoevaluación que es el germen del SsS. La cura funciona, continúa, cuando el SsS es el inconsciente. “Hacer crecer, entonces, ese Otro interior”, captar esa dimensión que le es desconocida. De manera que ya hay tres allí: paciente/analista/inconsciente.
Hay que asegurarse de que habrá otra significación, de que todas esas palabras que se dicen coexisten con un “no sé”, asegurarse que es el inconsciente el que sabe.
“¿Por qué lo hago?”, “¿Qué gano con esto?”. Es el enigma del goce que el síntoma incluye. Y es la pregunta que indica que hemos roto la esperanza del sujeto de restituir el objeto que se ha perdido. Por el contrario, se trata más bien de instaurar una relación con el objeto que incluye una falta. En el análisis, ese hueco se irá llenando con significaciones.
Para que eso ocurra, pueda ocurrir, en las entrevistas preliminares hay que verificar la posición del sujeto, su posición subjetiva, es decir la distancia entre el enunciado y la enunciación.
Y del lado del analizante, perder cierta inocencia y volverse responsable: responder por su goce, por el goce incluido en su síntoma.
Entre el acto de entrada y el final, hay efectos terapéuticos que mejoran la vida pero lo importante, al decir de A. Aromí, es que el sujeto entró religioso y se volvió laico.
Los neuróticos son creyentes del padre. Todos estamos marcados por esas palabras de alguien, esas palabras que nos dan un destino (creer en el Edipo a fin de cuentas). Pero poco a poco se van vaciando las significaciones y las certezas. Los ideales se perforan. Y es esto lo que cura porque las identificaciones se perforan.
El psicoanálisis es la disciplina del divorcio entre causa y efecto. Lo otro es terapia.
Granada, 17/12/2021
Carmen Ribés