La ciencia, causa formal
cas de tablette de bord m allopurinol couleur de prescription contacte pour pas cher

La ciencia, causa formal


Reseña de la clase impartida por Dalila Arpin


Candela Carrascal

Reseña de la clase impartida por Dalila Arpin dentro del seminario sobre "La ciencia y la verdad" y "El triunfo de la religión".
Seminario del Campo Freudiano de Granada el 19 de enero de 2019.

 

La in-sistencia de una respuesta a lo imposible
 
La ciencia es un saber formalizado que no toma en cuenta la posición del sujeto, del sujeto del investigador. Nada quiere saber de las preguntas que éste se hace sobre lo Real. Para la ciencia, la elucubración sobre aquello que motivó el interés del investigador científico, y que le lleva a buscar una respuesta sobre lo Real, carece de interés. En el saber científico lo que prima es la quimera de la objetividad. Uno siempre habla desde sí mismo, desde su subjetividad. También el científico. El psicoanálisis lo sabe bien, Lacan nos advertía: “la subjetividad es ineliminable.” También en la ciencia.

Desde la perspectiva de la ciencia, el sujeto del observador científico debe ser excluido. Hay una forclusión. No hay un lugar para él en este discurso. Un despropósito para Lacan, como recordaremos: uno siempre habla desde y de sí mismo.

La forclusión es la causa formal de la ciencia. Pero aquí no se impide el retorno de la división del sujeto de la investigación. El sujeto siempre está divido, por estructura somos consciente e inconsciente. Hay una angustia del científico producida por la imposibilidad de alcanzar lo Real, sus hallazgos, en lugar de explicar o reducir lo Real, lo aumentan.

Lacan nos hablaba de la crisis en la ciencia y lo enmarca en “el drama del sabio”, como aquel que ha atravesado la barrera de la verdad, pero ésta, no se puede decir toda, como en el Edipo. El drama del científico se ubica en la angustia de no poder decir, de lo que no es simbolizable, una persecución que llevará a más de uno de estos sujetos a la locura paranoica de ir más y más lejos, de explicar lo imposible. De controlar lo incontrolable.
Hablamos de lo Real, un concepto psicoanalítico que contiene aquello que forma parte del mundo y que escapa a lo simbolizable, aquello que siempre estuvo y que siempre estará y a lo que se aspira es a aprehenderlo, sentirlo, como un destello, un instante.

Hay una “crisis de responsabilidad” en la ciencia. En esta búsqueda, el investigador se ve confrontado a la magnitud de sus propios hallazgos, que le sobrepasan. El éxito de la ciencia probablemente sea la destrucción de la humanidad. Este delirio angustioso de buscar una respuesta al agujero, a la nada, al sin sentido, puede llegar muy lejos. En este punto, la posición del psicoanálisis está advertida: no poner un freno ético a esta carrera alocada será el fin. En el psicoanálisis no hay forclusión, se sabe de lo arriesgado de la propuesta científica.

El psicoanálisis observa y admite que hay una verdad que habla en el sujeto. El sujeto habla su propia verdad, a veces, a su pesar. Una verdad singular, radicalmente subjetiva. El psicoanálisis se aleja de la lógica filosófica, donde un enunciado es verdadero o falso. La clave está en que algo tenga efectos de verdad, como en el caso del fantasma, pudo ser o no aquello que lo constituye, pero tuvo un efecto, un efecto de verdad.


En “La ciencia y la verdad”, Lacan expone su visión sobre el lugar de la verdad en la religión, apreciando la estructura de la neurosis de angustia en la religión: “...la función que tiene en ella la revelación se traduce como una denegación de la verdad como causa”. Es decir, “el sujeto religioso se esconde detrás de la idea de Dios. El religioso deja a cargo de Dios la causa, y con ello, renuncia a la verdad”. La religión alivia y da sentido a todo. Da una respuesta a todas y cada una de las preguntas del sujeto. Tiene un compromiso con el no saber, con el misterio. En especial la religión católica, que pudo construir un orden lógico capaz de sustituir a la filosofía. Adoptando como causa final una verdad, que deberá esperar al final de los tiempos: al juicio final.


Lacan en referencia a la religión católica, dirá que es la religión verdadera: segrega una verdad, un sentido. Da un sentido a todo y, en este punto, en esta insistencia en la verdad religiosa y en el sentido de la vida, acabará por ahogar a la humanidad. Sin embargo, le augura un buen futuro, argumentando que aportará más sentido cuanto más se profundice y se confronte con lo Real. Más sentido desde lo religioso, cuanto más la ciencia insista. Quizá, a fuerza de sentido, la religión haga desaparecer el síntoma del analista, quien nos recuerda, como síntoma, que algo no funciona, que algo no tiene sentido.


A más ciencia, más confrontación con lo real, más angustia. A más angustia, más religión. A más religión, menos psicoanálisis.


La religión cura a los sujetos, los alivia y los libera de una verdad propia, empuja a los sujetos a desentenderse de la singularidad que les acontece. Empuja a los sujetos hacia una verdad universal, como un bálsamo curativo y tramposo. La religión evita el vacío y la ciencia lo rechaza. El ideal de saber absoluto se impone para la ciencia. Este rechazo en lo Simbólico hace que retorne en lo Real: el científico nada quiere saber de que existe algo inexplicable.


En este punto, el saber científico se comunica de tal modo que forcluye al sujeto. Es decir, lo satura. Hay un carácter fagocitante de la ciencia, que produce gadgets, objetos de goce y consumo. Gadgets que son ofrecidos a modo de presente para su consumo, y que se tornan, cuando menos, devoradores de subjetividades, porque tocan algo de lo singular en cada uno de nosotros. “Esto nos come”, decía Lacan en 1974, en referencia a los gadgets. A medida que se extienden, los sujetos somos tomados como el “objeto a” de la ciencia, es decir, somos el objeto por el que respira la ciencia, causa de su insistencia, objetivo de sus ofrendas. La ciencia y sus gadgets, vienen a ubicarse en un goce sin forma, en ese lugar donde había nada.


Ahí, donde se sitúan los objetos ofrecidos por la ciencia, es el lugar donde habita “la verdad que revela el ser”. El sujeto está perdido y es digerido por este aluvión de objetos ofrecidos para calmar lo Real de la nada. El sujeto sucumbe en un intento de olvidar que hay nada, que el sentido de la existencia no anda escrito en ninguna piedra, en ninguna tabla sagrada. Que no se calmará la angustia de un vacío al que parecemos condenados por una maldición, si no lo remediamos.


Uno debe apañárselas con el Real de existir, y con los efectos adyacentes de este hecho: la muerte, la nada, la insistencia de lo inexplicable. En definitiva, hacer algo digno con aquello con lo que somos expulsados al mundo. Ahí, el sujeto puede dibujar el trazo de una creación radicalmente propia, posible.


Candela Carrascal

 


 

Colección Vídeos

Ahora puedes consultar nuestra colección de vídeos sobre conferencias, seminarios y actos que hemos ido recopilando durante más de diez años y que recogen interesantes intervenciones de los mejores profesionales en psicoanálisis.
IR A VÍDEOS

Colección de Audios

En nuestro archivo sonoro hemos ido recogiendo las intervenciones de especialistas en psicoanálisis y que recorren un amplio abanio de temas de máximo interés. Aquí recogemos mas de 10 años de seminarios debates y conferencias. IR A AUDIOS

Textos Online

Ahora se puede consultar nuestro fondo de textos online con las materias que hemos considerado más importantes y con las firmas más prestigiosas en la visión lacaniana de psicoanálisis. Consulta nuestro índice con todos los textos a tu disposición. IR A TEXTOS ONLINE

SÍGUENOS EN: twitter facebook
Instituto del Campo Freudiano. 2012 | Website por: oficina gráfica. <
Joomla templates free