La apuesta de Pascal
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La apuesta de Pascal

La apuesta de Pascal

Reseña de la clase impartida por Antoni Vicens


Francisco Zafra


Reseña de la presentación de ANTONI VICENS sobre los capítulos 8 al 11 del Seminario 16 de Jacques Lacan: De un Otro al otro, en el Seminario del Campo Freudiando en Granada el 20 de diciembre de 2014.

Toni Vicens se hizo cargo de la presentación de los capítulos VIII al XI del seminario. El título general que agrupa a estos capítulos es “De la apuesta de Pascal”.
Todos sabíamos en alguna medida de la vida y obra de Blaise Pascal; matemático, físico, filósofo, teólogo y escritor del s. XVI. Pero lo que es seguro es no conocíamos el contexto de su trabajo y de su tiempo tan al detalle como lo expuso Tony Vicens.

El punto nodal que nos atañe, y que Lacan trabaja en estos capítulos versa sobre la conocida apuesta de Pascal.

Pascal era un hombre católico, un cristiano con un sentido enormemente trágico de la existencia; que sufrió por conflictos religiosos y que vivió en su época sumergido entre dos corrientes, dos estilos de vida presentes sobre todo en la ciudad en la que vivía: París. Una de estas dos corrientes era la tradición libertina. El libertinismo no solo atañía a los placeres sensuales, a las lujosas costumbres, al gusto por la comida elaborada o al uso de los perfumes; también era una corriente de erudición que no estaba lejos del espíritu erasmista y que cultivaba otros placeres más elevados como el de la lectura y el conocimiento. Pero el programa libertino fallaba en dos aspectos: uno, en la sexualidad; el goce sexual, incluso el goce sensual, no pueden prolongarse indefinidamente. El ejemplo vendría casi un siglo después con el marqués de Sade, cuya filosofía y política pretendían la creación de un mundo, de una sociedad compuesta por personas dispuestas a dar su cuerpo al otro para que este gozara de él en la media en que estimara oportuno, sin limitación alguna. Entonces, de lo que se trata, en lo que se convierte esta sociedad es en un mundo inhumano. ¿Quién querría pertenecer a esa sociedad?

Freud consideraba que el fin de los actos humanos era conseguir aumentar el placer y disminuir el displacer; principio del placer moderado por el principio de realidad que indica los rodeos necesarios a dar para conseguir ese placer. Se trata de los problemas lógicos entre el amor y el sexo. Pero lo que en el programa libertino se podía encontrar iba más allá de estas posiciones y entraba en lo que Freud llamaría más tarde pulsión de muerte.

El otro problema para los libertinos, que no deja de tener interés para el psicoanálisis, es la cuestión del dinero. Para vivir ese tipo de vida hay que tenerlo. Pascal no habla mucho de sexo, pero sí que tenía muy presente la cuestión económica, incluso inventó una máquina para la contabilidad, una especie de calculadora mecánica. Se llama pascalina y usarla era un engorro. Era más fácil hacer dinero con el juego, con las apuestas. Y aunque parece que Pascal no se jugaba el dinero, si que resolvió con Fermat los problemas del reparto de las apuestas en las partidas inconclusas. Un avance para el desarrollo de la teoría de la probabilidad. Sus trabajos en otras disciplinas también son notables; por ejemplo, en física nos dejó un tratado sobre el vacío, siguiendo el trabajo de Torriceli y refutando las ideas de Aristóteles; hoy la unidad de presión se denomina pascal en su honor.

Pero abandona, en parte, estas cuestiones terrenales cuando entra en contacto con el Jansenismo, la segunda corriente de la que nos habló Toni Vicens. El Jansenismo era un movimiento religioso de la Iglesia católica de carácter herético y con unas ideas muy estrictas. Por ejemplo, la representación del Cristo crucificado jansenista no tiene los brazos en cruz como en una T; unos brazos abiertos que acogen a todos los pecadores; sino unos brazos formando una V. Son unos brazos de un cuerpo que cuelga, que impresionan por el sufrimiento que muestra, pero que además simbolizan una restricción en la entrada al mundo eterno.  

La exposición de Toni, más que entrar en el texto, vino a dar un material para acercarnos el texto, para tratar de entender el punto crucial que buscaba Lacan. Y este punto crucial es, al parecer, la cuestión de la revelación. Para Pascal, la encarnación de Cristo es la clave de bóveda del hombre moderno, el hombre de la época de la ciencia. Pascal, que tuvo experiencias religiosas especialmente intensas, intenta fundamentar la religión católica para el hombre de ciencia; se trata del antiguo problema de la doble verdad: verdades reveladas versus verdades naturales, fe o ciencia, estudiar la verdad de la Biblia o la que se obtiene de la naturaleza. Pero, si la naturaleza fue creada por Dios, vamos entonces a leer la naturaleza. Una naturaleza que no está escrita en letras, sino que, como enunció Galileo está escrita en lenguaje matemático. Luego la matemática es la lengua de Dios en la naturaleza. Y Pascal hace todo lo posible por avanzar en este sentido, fuerza el contenido del cristianismo para ponerlo de acuerdo con el espíritu matemático.

Sin embargo, cuando en la noche del 23 de noviembre de 1654, después de tener una vivencia de transformación, escribe esa hoja, “Memorial”, que a su muerte encontraron cosida a su ropa. El Dios al que se dirige no es el dios de los filósofos; no es el dios de Descartes, ni de la ciencia. A quien su plegaria va dirigida es al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Es decir, un Dios personal al que se le puede rezar.

La elección no fue fácil para Pascal, incluso tratándose de una elección forzada. Como sabemos, estamos obligados a jugar la partida puesto que estamos vivos. En la apuesta de Pascal la postura está perdida de antemano, es nada: “rien”. A pesar de que la postura es la vida misma que nos toca vivir, “Il faut pari”, hay que apostar. Y como Toni nos decía, apostar con un Otro que no existe. Apuesta que ganemos o perdamos, siempre nos dejará un resto de esta operación. Resto que, ya sabemos, es el objeto a, una cosa parcial en nuestra vida, finita, temporal; no muy gloriosa a veces. En cualquier caso, imposible de eliminar.

Para Jacques-Alain Miller en este seminario ya no se trata del objeto a encarnado, sino del objeto a como función lógica.

Del otro lado Pascal nos pone el infinito, “una infinidad de vidas infinitamente felices”. Bueno, tampoco es para tanto, sabemos que infinito multiplicado por cualquier cosa sigue dando como producto una cantidad igual, infinito. Pero Toni cerró su exposición volviendo a la parte mecánica de la obra de Pascal, a la pascalina, la máquina de calcular. Al lenguaje al que pusieron su nombre. Y terminó con la cuestión de la máscara adecuada que hay que portar. En el caso del psicótico, sin generalizar esto, hay una caída de la máscara. Es mejor ir por el mundo con el semblante adecuado y esconder el fondo delirante para uno mismo; reconstruir ese semblante, si es posible, con la clínica o también volverlo arte.

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